sábado, 6 de octubre de 2012



Desde antiguo los hombres bajo esa iluminación Divina se idearon la forma de transportar sus productos  a través del mar;  hoy en día en ese mismo e inmenso mar, surcan los océanos  barcos dotados de gran tecnología haciendo estos mismos trabajos, pero ahora regidos bajo convenios nacionales e internacionales, con el fin de cumplir  sus funciones  en una forma ordenada y confiable; pero siempre expuestos a los embates de la madre naturaleza, grandes tormentas que hacen temblar hasta al más poderoso Capitán y es ahí donde hombres y mujeres aferrados de la mano de Dios se lanzan a esas largas travesías y es ahí donde  nuestra Santa Teresita del Nino Jesús, elevó sus plegarias a Dios para que estas almas también recibieran la salvación Divina en los mares y en las más remotas islas.

Esos mismos barcos para cumplir sus funciones necesitan apoyo en los puertos por  grupo de hombres y mujeres que bajo una alta tecnología les permite descargar esos productos en una forma ordenada , controlada y manejados bajo ordenamientos ambientales para evitar contaminación en el momento de ser descargados, como  misionero este donde este, el Espíritu mueve a ese hombre o esa mujer para que con sus conocimientos puestos al servicio de Dios se pueda prevenir y/o  controlar desastres que pongan en riesgo al ser humano y a la naturaleza, principios que como cristiano se debe exigir para conservar las grandes maravillas que Dios nos puso bajo nuestro cuidado y protección, especialmente como es el hermoso y majestuoso mar


Y para prevenir riesgo de contaminación todos esos sistemas y equipos deberán dársele unos adecuados mantenimientos para su buen uso operacional y es allí donde la mano y la inteligencia del hombre son factores fundamentales para que estos se realicen tal como se han planeado, pero esa autonomía del hombre para realizar estos trabajos necesitan una dosis de preparación física, sicológica y lo más importante una dosis de espiritualidad ya que se deja un medio natural de respiración a nivel atmosférico, para valerse por uno artificial  sometido a mucha presiones atmosféricos y otros  tanto factores que un buzo debe tener en cuenta en su inmersión,  como es la profundidad y el tiempo de exposición en el fondo marino y muchos factores naturales que le rodean como son las corrientes marinas, la temperatura del medio donde se trabaja , animales etc., y es aquí donde uno se hace débil ante tantas exigencia, y es solo la mano y la ayuda de Dios de lo que uno se vale  para lanzarse al agua y así poder desarrollar un trabajo de alto riesgo conservando la calma, la tranquilidad, la alegría y confianza puesta en el Señor de la Vida, así como Santa Teresita deposito toda su confianza en El en sus momentos más difíciles de su vida especialmente cuando luchaba con esa penosa enfermedad que desde niña padeció



Y allí entre la azul inmensidad de las profundidades del mar,  la soledad y el silencio arrullado por las burbujas y el sonido del aire al salir de los pulmones, es cuando el hombre más se conecta en mente y  espíritu al Padre Celestial, porque todo buzo es consciente que cualquier falla humana, del equipo o de sus compañeros en superficie serán transcendentales para quedar de por vida con problemas físicos , mentales e incluso la muerte, razón por la cual como miembro de  LAMITEA y que ejerzo esta profesión desde hace muchos años, cada vez que me lanzo a ese azul profundo hago una plegaria y recordando a Teresita de Lisieux digo   Me lanzó a velas desplegadas por los mares de la confianza y del amor”


Y ya entre el azul profundo y mi propio ser puedo experimentar que mas allá de cualquier oscuridad o misteriosa profundidad, siempre hay una luz que nos guía y nos orienta para decir como lo dijo Santa Teresita en su poesía ARROJAR FLORES “Seguro se reposa sin miedo a tempestades” (S.T.N.J.)


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