Desde antiguo los hombres bajo esa iluminación Divina
se idearon la forma de transportar sus productos a través del mar; hoy en día en ese mismo e inmenso mar, surcan
los océanos barcos dotados de gran
tecnología haciendo estos mismos trabajos, pero ahora regidos bajo convenios nacionales
e internacionales, con el fin de cumplir
sus funciones en una forma
ordenada y confiable; pero siempre expuestos a los embates de la madre
naturaleza, grandes tormentas que hacen temblar hasta al más poderoso Capitán y
es ahí donde hombres y mujeres aferrados de la mano de Dios se lanzan a esas
largas travesías y es ahí donde nuestra
Santa Teresita del Nino Jesús, elevó sus plegarias a Dios para que estas almas
también recibieran la salvación Divina en los mares y en las más remotas islas.
Esos mismos barcos para cumplir sus funciones necesitan
apoyo en los puertos por grupo de
hombres y mujeres que bajo una alta tecnología les permite descargar esos
productos en una forma ordenada , controlada y manejados bajo ordenamientos
ambientales para evitar contaminación en el momento de ser descargados, como misionero este donde este, el Espíritu mueve
a ese hombre o esa mujer para que con sus conocimientos puestos al servicio de
Dios se pueda prevenir y/o controlar
desastres que pongan en riesgo al ser humano y a la naturaleza, principios que
como cristiano se debe exigir para conservar las grandes maravillas que Dios
nos puso bajo nuestro cuidado y protección, especialmente como es el hermoso y
majestuoso mar
Y para prevenir riesgo de contaminación todos esos
sistemas y equipos deberán dársele unos adecuados mantenimientos para su buen
uso operacional y es allí donde la mano y la inteligencia del hombre son
factores fundamentales para que estos se realicen tal como se han planeado,
pero esa autonomía del hombre para realizar estos trabajos necesitan una dosis
de preparación física, sicológica y lo más importante una dosis de
espiritualidad ya que se deja un medio natural de respiración a nivel
atmosférico, para valerse por uno artificial
sometido a mucha presiones atmosféricos y otros tanto factores que un buzo debe tener en
cuenta en su inmersión, como es la
profundidad y el tiempo de exposición en el fondo marino y muchos factores
naturales que le rodean como son las corrientes marinas, la temperatura del
medio donde se trabaja , animales etc., y es aquí donde uno se hace débil ante
tantas exigencia, y es solo la mano y la
ayuda de Dios de lo que uno se vale para lanzarse al agua y así poder desarrollar
un trabajo de alto riesgo conservando la
calma, la tranquilidad, la alegría y confianza puesta en el Señor de la
Vida, así como Santa Teresita deposito toda su confianza en El en sus momentos
más difíciles de su vida especialmente cuando luchaba con esa penosa enfermedad
que desde niña padeció
Y allí entre la azul inmensidad de las profundidades del mar, la soledad y el silencio arrullado por las
burbujas y el sonido del aire al salir de los pulmones, es cuando el hombre más
se conecta en mente y espíritu al Padre
Celestial, porque todo buzo es consciente que cualquier falla humana, del
equipo o de sus compañeros en superficie serán transcendentales para quedar de
por vida con problemas físicos , mentales e incluso la muerte, razón por la
cual como miembro de LAMITEA y que
ejerzo esta profesión desde hace muchos años, cada vez que me lanzo a ese azul
profundo hago una plegaria y recordando a Teresita de Lisieux digo “Me lanzó a velas desplegadas por los mares de la confianza y del amor”
Y ya entre el azul profundo y mi propio ser puedo
experimentar que mas allá de cualquier oscuridad o misteriosa profundidad,
siempre hay una luz que nos guía y nos orienta para decir como lo dijo Santa Teresita
en su poesía ARROJAR
FLORES “Seguro se reposa sin miedo a tempestades” (S.T.N.J.)
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